La observación atenta de los pensamientos, sentimientos y sensaciones nos permite conocer cómo operamos internamente y comprender la naturaleza de la mente. Las motivaciones, aprensiones, deseos e impulsos que generan contradicciones emergen a partir de la intervención del pensamiento.
El pensamiento y las ideas son producto de la memoria. Son impresiones e imágenes que moldean y condicionan nuestra manera de ver el mundo. El problema surge cuando la intervención del pensamiento no nos permite comprender la verdadera naturaleza de la experiencia. Es decir, el pensamiento se puede tornar en un obstáculo que nos impide experimentar la vivencia pura del presente, puesto que es capaz de fraccionarla en pasado y futuro. En este sentido, el pensamiento se trasforma en una manera de evadir la experiencia del presente. La construcción instantánea de imágenes basadas en el pensamiento es una reacción de nuestra mente para evitar que nos integremos con el presente. Nuestro ‘yo’ desea a toda costa, evitar que nos fusionemos con el instante porque pierde su propia esencia, que está cimentada en la división y la dualidad.
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