sábado, 25 de julio de 2009

No existen escuelas, maestros, ni discipulos, sólo lugares y personas que nos inspiran a iniciar o transitar un camino.

El discernimiento es el mejor de los maestros.

El aprendizaje sobre si mismo es permanente, nunca cesa, no se detiene. Se renueva así mismo.

La sabiduría consiste en liberarse 'afectuosamente' de todas las cargas del pasado y del peso del conocimiento acumulado, de la experiencia, de la superstición, de la autoridad. Para aprender es necesario estar libre, limpio, vacío, instante a instante.

En el proceso de disolución del yo, el pensamiento no opera. Es una cuestión de darse cuenta de manera instantánea. Una percepción, un 'insight' que permite descubrir las raíces más profundas desde donde se originan nuestras reacciones condicionadas. Pero ello se manifiesta sólo a partir de la observación, de la atención plena y sin opciones. En ese sentido, la transformación se produce cuando 'el ver' es tan incisivo, que es capaz de remover los cimientos de los hábitos y de los comportamientos condicionados.

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