En estos días, en medio de mis reflexiones, había sentido insistentemente que debía recuperar mi poder personal. Sentía que lo había perdido en medio de mis propios conflictos, emociones encontradas y contradicciones. Pensaba que recuperar esa energía implicaba que todo iba regresar a su sitio. Estaría más atento a mi mismo, más creativo, más optimista y retornaría la paz interior a mi ser; y fluiría como antes lo solía hacer. Estaba seguro que eso era lo que necesitaba, y hacia allá debía dirigir todos mis esfuerzos, aunque ellos se vieran minados por mis propias contradicciones.
Después de meditar, un par de veces, comprendí que ese poder siempre ha estado conectado conmigo. Está siempre unido a mi. Es decir, uno no puede recuperar lo que nunca ha pérdido. Ese poder es infinito e inagotable, pero se activa cuando soy conciente y presente en este momento. Es como si ese poder creativo estuviera viviendo y expresándose permanentemente en mí. No es necesario esforzarse, pues ese poder personal surge espóntaneamente, cuando reconocemos que somos parte integral de él.
En el poder personal está contenido todo lo que somos. Todos nuestros talentos y potencialidades son producto de él. Cómo somos reflejos de la creación misma, poseemos las mismas condiciones latentes, pero ni siquiera hay que desarrollarlas, porque ya estamos listos para expresarlas. Estamos sintonizados con la misma creación, sólo hay que reconocer desde el corazón que existimos y lo seguimos haciendo producto de la materialización de ese poder creativo. Eso es lo que nos conecta a unos con otros. Somos una unidad.
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